Llevaba desde noviembre sin montar en moto. Desde que volví de la semana de familia, amigos y motogp en Valencia solo ha hecho que frio y la moto ha estado parada. Tras los 2100 km de vuelta le di su besito de buenas noches, le desconecté la bateria y la tapé.
Durante estos meses he aprovechado para hacerle un cambio de aceite y de filtro y para montarle unos cubrepuños (el frio en las manos lo llevo mal)
La semana pasada no pude más y me fuí con mi artillera a registrarla y durante la semana me dediqué a montar por la ciudad en constante lucha con el frio (0 grados toda la maldita semana y ayer por la noche -11...¿dónde está mi querido calentamiento global?)
El sábado llegó el dia y me vestí de romano. Comprobé presiones y tiré hacia el mar. Qué maravilla de moto: curvas rápidas, serpentinas, asfalto malo y bueno, todo fluye a tu ritmo cuando la conduces. Es una moto sin sobresaltos, suave y de fiar. Y muy cómoda.
Después de rodar 150 km llegué a Izola, donde hice esta foto.
No importa qué mar, no importa qué ciudad o pueblo. No importa qué país ni qué idioma se hable. No importa qué moto ni qué carretera.
La felicidad y la belleza están constantemente a nuestro lado.
