El sábado me fui hacia Krim como viene siendo habitual últimamente. Había visto unas pistas en internet y, con la excusa, me fui a explorarlas. Bueno, me fui a ver si las encontraba porque sin mas ayuda que la memoria no las tenía todas conmigo. De paso llovía, pero esto es también tónica habitual y a estas alturas nada de importancia.
Para calentar tiré hacia Iška Vas, después por la 728 hasta la estación meteorológica de Krim y de ahí bajé en busca de las mencionadas pistas. Cuando llegué al desvío ya estaba calado de arriba a bajo, todo. Me metí por la pista, pasé una cabaña de cazadores que estaban ya por el tercer chupito y tiré hasta que llegué a un pueblo Zabočevo. Sin planearlo. Así que dí la vuelta y volví para ver si tirando por un cruce que había pasado encontraba lo que buscaba. Y no, encontré barro y charcos a tope. Seguí tirando y la pista acababa. Media vuelta y por otra... y así probé tres veces sin éxito. Acabé empapado, embarrado y emcantado. Como dice Roberto, a veces el destino es el viaje en si mismo...