Estaba soñando con los ojos abiertos y de pronto me desperté. La Marmolada era el séptimo puerto del día y en medio de una curva me encontré un coche. Y no lo pude esquivar, choqué y me fui al suelo.
Estoy muy feliz y agradecido al destino de estar vivo. Mi familia, mi Reina y el ser que lleva dentro se merecen que me quede aqui un rato más. Así que, gracias a ellos de corazón.
La burraca está en un desguace de Catazei totalmente dolorida y destrozada. Han sido dos años y 43.500 km de alegrías, así que, gracias también a ella.