
Llevaba una semana sin montar nada por culpa de la lluvia y estaba lloviendo en el momento de tomar la decisión, pero mandé la metereología a tomar viento y me subí a la moto. Los primeros 105 km fueron en húmedo. Chispeaba y la carretera sufría las consecuencias de tanta lluvia: habían pequeños desprendimientos y gravilla en algunas zonas, pero me lo pasé muy bien.
A la hora de volver a casa, me acompañó la Reina y nos cayó la de Cristo. Estuvo desde el principio lloviendo y no paró hasta llegar a casa. En la zona de Planina había inundaciones y pasamos por zonas donde bajaban torrentes de agua embarrada que cruzamos sin problemas.
¡Me encanta conducir con lluvía! Ajustar la velocidad y conducir mucho más suave, disfrutar de la sensación de que fuera esté mojado y tú seco (sino es una mierda), el golpeteo de las gotas en el casco..